miércoles, 9 de noviembre de 2011

Calamares del apocalipsis (amenizados por Leonard Cohen)

Calamares del apocalipsis

Chipironcitos picantones para deleitarse ante el derrumbe inminente

¡Camarero, otra de calamares! Al menos un servidor se dispone a contemplar la caída de la civilización occidental con el estómago lleno y un asomo de sonrisa en el rostro. Al principio creí que se trataba sencillamente de una intuición, pero esta semana he podido apreciar con objetividad las causas que nos llevan al abismo de cabeza. Lo gracioso es que, aunque parezca mentira, ninguna de ellas tiene que ver con la manida crisis económica global. Entre las señales que anuncian el inminente apocalipsis quiero destacar:

Le hubiese gustado asistir a la cita apocalíptica
Mijail Bakunin
1.       La completa separación irreversible de la esfera política y la pública. Las instituciones creadas para representar al ciudadano se han independizado de la voluntad popular. No sólo no preguntan a sus representados sobre asuntos de tremenda importancia, sino que rechazan cualquier propuesta de hacerlo. El caso griego es el paradigma de esta práctica. Las instituciones internacionales encargadas de rescatar las finanzas helenas exigen una contrapartida sangrante a cambio. Ante la inocente intención de Papandreu de consultar a su pueblo sobre la conveniencia de aceptar o no, las instituciones reaccionaron como un jabalí herido. Es implanteable que, en el corazón mismo del origen de la democracia, un representante pida la opinión de sus representados sobre su propio futuro. La representatividad ha sido guillotinada.

2.       La propiedad privada, otrora insufladora de un espíritu acrítico y conservador en la clase media, se comienza a ver como una vieja celestina a la que se debe excluir como fundamento de la sociedad. Decía el controvertido J.J. Rousseau que la historia del ser humano comenzó a truncarse cuando alguien dijo “esto es mío”. La propiedad privada se generalizó degradando a la humanidad. La historia cierra su círculo y nosotros tenemos la suerte de estar ahí para verlo. Del “esto es mío” alienante y deshumanizador  con que comenzó la historia, llegaremos en un futuro cercano al “yo no tengo nada” valiente y violento. La propiedad privada convirtió a los ciudadanos occidentales en marionetas ridículas que vivían entre la avaricia por acaparar bienes y el miedo a perderlos. El hombre se convirtió en conservador de un status que creía beneficioso. El engaño triunfó y las vidas miserables se impusieron en la llamada clase media o pequeña burguesía. Pero el viaje de vuelta será más productivo. Ese mismo ciudadano, desprovisto ya del temor a perder aquello que ya no tiene, no tendrá reparos en destruir el mismo sistema que antes defendió. El monstruo arderá con el fuego purificador que anunciaba Bakunin. De sus cenizas surgirá el nuevo mundo. Llamas de cuyas lenguas surgen nuevos mundos a la vez que devoran los antiguos.

Insufló fuerza indignada antes de ser devorado en brazos socialdemócratas
Hessel, reclama el cambio desde dentro

3.       El coste para mantener el Estado de Bienestar es el propio Estado de Bienestar. El bueno de Hessel se encargó, en su panfleto superventas Indignaos, de recordarnos cómo se generó el Estado del Bienestar y en qué condiciones. Tras la Segunda Guerra Mundial, y en plena reconstrucción europea, los ciudadanos y sus gobernantes desarrollaron unos mecanismos de protección social que universalizaron los derechos que debería tener todo ser humano por el hecho de serlo. Se crearon los sistemas de salud y de educación públicos, que tanto envidian nuestros vecinos norteamericanos. Pero lo relevante del caso es que todo se hizo con unos recursos infinitamente inferiores de los que hoy disponemos. Disponemos de los recursos para pagar el sistema que queremos y que tan buen resultado nos ha dado. De hecho deberíamos pensar en ampliarlos, pues el crecimiento económico de las últimas décadas no se ha visto correspondido con una mejora sustancial de los servicios sociales. En vez de ello nos hemos dejado invadir por el pánico que infunden los mercados. De manera acrítica, y sin atrevernos a pedir el libro de cuentas, damos por bueno el diagnóstico catastrofista y admitimos como válida la única solución que nos plantean las grandes corporaciones, los recortes. Lo triste y que transmite una imagen lamentable de inculto pequeñoburgués, son las dos concesiones que estamos dispuestos a hacer a cambio de nada.
a)      Primera renuncia: la democracia. La representatividad de la sociedad sólo es una de las características del sistema democrático, se deben de cumplir otros requisitos pero este es uno de los más importantes y necesarios. Si las instituciones que ostentan los tres tradicionales poderes no representan a la voluntad popular es que no son democráticas. Hoy el sistema político no sólo no tiene en cuenta la voluntad del pueblo, sino que se opone a ella. Ante la inexplicable pasividad de los europeos acabamos de asistir a un hecho impensable hace muy poco tiempo. La UE reprende, humilla e impone penalizaciones a un gobierno soberano por plantearse consultar a sus gobernados un asunto que les afectará sobremanera. No se ha permitido a los griegos dar su opinión sobre el plan de ajuste que el FMI y el BCE imponen a cambio de un puñado de monedas. No se ha dejado que sea la sociedad griega la que elija entre desmantelar su sistema de bienestar o volver al dracma. ¿Qué teme la jerarquía de la Unión Europea? Quizá que un pueblo escoja pobreza con dignidad a paternalismo caritativo. La barrera que hoy se levanta entre la esfera política y la ciudadanía producirá una fractura y un punto de inflexión que todos acabaremos sufriendo. No habrá camino de vuelta y el ciudadano perderá para siempre algo que le ha costado milenios de lucha conquistar, el poder.

Ignoramos nuestros orígenes racionales y democráticos
Aristóteles

b)      Segunda renuncia: El sistema de bienestar. El sistema capitalista global nos comunica que para mantener el sistema de bienestar la tarifa es el propio sistema de bienestar. Desmantelad el sistema, nos ordenan, para poder pagarlo. Nos lo dicen en la tierra donde Aristóteles desarrolló su lógica hace ya unos milenios. Lo grave es que ni nos cuestionamos la conveniencia de pagar o no el impuesto revolucionario. Al menos la camorra italiana ofrece algo a cambio de los chantajes, estos ni siquiera han necesitado una contrapartida. Hemos dicho que sí sin pensarlo. De hecho hemos dicho que sí sin decirlo, pues a nadie se le ha consultado sobre el asunto. Vamos a hipotecar nuestra vida para poder pagar mañana nuestro entierro.


Visionaria
El monstruo cumple todas las recetas de la Doctrina del Shock,
no por previsible deja de ser peligroso

4.       Empezamos a ser conscientes del engaño a que estamos siendo sometidos por las corporaciones internacionales y sus esbirros gobiernos. No hay ningún argumento que desmienta que estamos asistiendo a lo que la divertida Naomi Klein denomina Teoría del Shock. El sistema capitalista necesita un periodo de cataclismo para ajustar los parámetros sociales a sus intereses. Esta vez no ha necesitado apoyar el ascenso de ningún dictador, como ya ha hecho alguna vez; ni aprovechar una catástrofe natural para crear la situación propicia para someter a una sociedad a sus designios economicistas. Esta vez ha insuflado el temor entre la clase media sin casi mover un dedo. Si el aikido es la disciplina oriental que aprovecha la energía mal controlada del rival contra él, el sistema capitalista se ha ganado el cinturón negro de un plumazo. Sabedor de que el pánico a perder sus propiedades es mayor que el ansia por conseguirlas, el sistema plantea lo siguiente: si quieres mantener todos los avances y progresos que has logrado como sociedad te vamos a pasar una factura para sufragarlos, y cuidado con protestar porque te quedas sin nada. El miedo atenaza al timorato que piensa que no merece los beneficios sociales que ofrece el llamado Estado del Bienestar, más bien los considera un regalo, y le impide preguntarse si de verdad no existen ya recursos económicos para sostenerlos.

Leonard Cohen
El humanismo hecho poesía
Conclusión: No hay otra salida. Los que tenemos confianza en el ser humano tenemos la certeza de que no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. La conciencia colectiva está adormecida, es cierto, pero despertará cuando se asiente la nueva realidad que se está fraguando. El mundo que surgirá del shock será desapacible. Como nos recuerda nuestro amigo Aute, el ser humano quedará desnudo a la intemperie. Ya no tendrá nada que perder. Ese será el momento señalado. La situación de desprotección social que surgirá de la crisis será insoportable, así como la degradación insostenible a la que estamos sometiendo al planeta. El deseo de fuego purificador comienza a fraguarse en la sociedad. La idea del príncipe ruso no está mal. Todos llevamos un Bakunin dentro ansioso por desplegarse, pero si tenemos a los poetas, lo mejor es utilizarlos. Aprovecho los versos de uno de ellos para recrear lo que creo que traerá el futuro. Lo siento por tanta gente querida que intenta, con lucha y sacrificio, cambiar el sistema desde el propio seno del mismo. Es imposible, el enemigo es inmenso y se carcajea una y otra vez de los intentos reformistas y regeneradores. La conclusión de que se debe derribar el sistema por completo para crear un mundo más justo no es nueva. Reproduzco una de las mejores aportaciones de la poesía al milenarismo militante. En este caso con dos estrofas nos bastará. Señoras y señores con ustedes…Leonard Cohen y la traducción de nuestro granadino Enrique Morente:
They sentenced me to twenty years of boredom
For trying to change the system from within
I'm coming now, I'm coming to reward them
First we take Manhattan, then we take Berlin

I'm guided by a signal in the heavens
I'm guided by this birthmark on my skin
I'm guided by the beauty of our weapons
First we take Manhattan, then we take Berlin
Leonard Cohen

El arte de la fusión
universaliza el mensaje coheniano

“Me condenaron a veinte años de hastío
por intentar cambiar el sistema desde dentro.
Ahora vengo a desquitarme,
primero conquistaremos Manhattan,
después conquistaremos Berlín.

Me guía una señal en los cielos,
me guía una marca de mi piel,
me guía la belleza en nuestras armas,
primero conquistaremos Manhattan,
después conquistaremos Berlín.”
Versión de Enrique Morente

Legendaria versión del tema
http://youtu.be/s0586GEH200

3 comentarios:

tomy dijo...

Bienaventurados los que siguen teniendo confianza en el ser humano,como grupo, porque siglos de historia demuestran lo contrario...yo como máximo solo confío en fulanito Pérez García,y sólo mientras no se relacione con otro ser...yo de momento me voy a escuchar hotel Chelsea, mucho más erótica festiva

José Luis Pueyo dijo...

¡Enhorabuena de nuevo por tu excelente artículo! Es de los que hay que releer varias veces y yo pienso hacerlo. Un saludo muy cordial. JL Pueyo

Cecilia dijo...

Desconocía a la autora de la Doctrina del Shock y se me ha despertado la curiosidad. ¡Otro libro a la lista!. Gracias por estas reflexiones, gracias por devolvernos Manhattan y Berlín, gracias por despertar conciencias además de paladares.