viernes, 18 de mayo de 2012

Lleva tus euros del banco al colchón: Paul Krugman y Standstill


Oda al colchón: Arrocito negro, Paul Krugman y Standstill

Banda sonora del optimismo Adelante, Bonaparte (Standstill)

Ignoro cuál será el futuro de la civilización occidental tras los estragos que están causando los gobiernos occidentales. Un largo elenco de gurús osan dibujar panoramas de lo más variopinto. Los más optimistas hablan de la caída del Euro y el advenimiento de las monedas nacionales, también hay quien habla del derrumbe de todo sistema monetario que facilite el comercio, regresando al mundo olvidado del trueque y el intercambio directo. Los más apocalípticos nos dibujan un panorama que nos manda de nuevo al origen: el regreso al árbol y a la depredación animal. Lo cierto es que me da igual cuál sea el rumbo que tomemos, sólo tengo especial interés en estar presente en el momento en el que caiga nuestro actual orden injusto. Mientras llega, me entretengo con pasatiempos como el que hoy me trae aquí. Quiero lanzar una sincera alabanza a un utensilio que nos ha facilitado la vida de forma incuestionable, y que, a buen seguro, formará parte del futuro de la humanidad. Se trata, nada menos que, del colchón.

El futuro de nuestros ahorros está bajo la calidez de los colchones
Según la R.A.E., en su primera acepción, por  colchón entendemos: Pieza cuadrilonga, rellena de lana u otro material blando o elástico, que se pone sobre la cama para dormir en ella. Pero se trata de una definición demasiado escueta, pues los beneficios que nos ha aportado este compañero fiel han  sido mucho más amplios. Hagamos un repaso:

1.      Como afirma la R.A.E. en su anquilosado diccionario la función principal de un colchón es facilitar el reposo y acoger el sueño del usuario. Si bueno es el colchón para el descanso nocturno, mejor lo es para nuestra gran aportación a la civilización universal: la siesta. No hay nada como ser acogido por la comodidad de un mullido colchón después de un buen atracón. Si además va bien regado por alguno de nuestros calditos, el placer se eleva a la enésima potencia. Hace bueno el dicho de “a mal sueño, colchón de vino”.

Arrocito negro previo a siesta monumental. Qué gran invento el colchón.
2.      Otra función importante de nuestro amigo es su aportación al mundo de las relaciones sexuales. Si bien las fantasías y sueños del ser humano siempre sitúan esta acción en lugares paradisíacos o increíbles (desde incómodas playas desiertas hasta claustrofóbicos ascensores), a la hora de la verdad preferimos siempre un buen colchón. Su tacto y elasticidad no tienen parangón. El relevo demográfico depende de nuestro compañero de manera evidente. Placer e instinto sexual satisfecho sobre sus lomos.
3.      Otra de las utilidades del instrumento tienen que ver con el principio y el fin de la propia vida humana. Al menos en el mundo occidental, hemos superado la imagen mítica del “del polvo venimos y al polvo regresaremos”, para sustituirla por otra más real: nacemos y morimos sobre un colchón, lo cual no es verdad en todos los casos, pero sí en los más afortunados.
4.      La última función que quisiera destacar es la que me interesa traer hoy aquí, pues estamos muy cerca del momento en el que nuestros colchones sustituyan a las fracasadas entidades financieras que nos han esquilmado, robado, extorsionado, insultado, vejado y dirigido durante demasiado tiempo. En un periodo corto de tiempo, los españoles que todavía conserven patrimonio, se dirigirán a sus bancos para sacar sus ahorros en billetes contantes y sonantes y protegerlos así de la crisis que todo lo devora.  Para demostrar esta cuestión tenemos que introducirnos entre el debate actual sobre el futuro de la economía nacional. Mientras que el premio Nobel en Economía Paul Krugman nos augura corralito y desaparición de la moneda única europea, nuestro gobierno afirma, voz en grito, que el hundimiento del Euro y la quiebra de las entidades financieras nacionales son metafísicamente  imposibles.

Apaleado por muchos hoy, Krugman lanza un pronóstico alarmante
 
Un servidor no es un experto economista por lo que debe seleccionar sus fuentes con sumo cuidado. Por un lado tenemos la credibilidad que representa un premio Nobel y alguien con reputación académica en todas las escuelas de economía del orbe. Por otro tenemos a Montoro, a Rajoy, y lo que es incluso peor, al ministro de Guindos. En su haber tienen la  liquidación de todas y cada una de sus promesas electorales en un periodo tan corto de tiempo. Desmantelar el Estado de Bienestar, traicionar un programa electoral y acumular mentiras sobre mentiras no debe de ser fácil. No iban a recortar el gasto en Educación y Sanidad (la privatización de dichos servicios ya es un hecho); no incrementarían los impuestos (que se lo digan a nuestro IRPF); recuperarían el prestigio internacional (ridículo de YPF, de la reina despechada plantando a Isabel II de Inglaterra por el asunto Gibraltar, sumisión al cadáver político de la Canciller alemana); y recuperarían el prestigio de las instituciones (ataque frontal a la España de las autonomías en pro de un centralismo uniformizador, apoyo a una Corona que insulta con sus actos a una ciudadanía cada vez más concienciada sobre su inutilidad). En fin que sólo es cuestión de valorar la autoridad de cada fuente: Premio Nobel o Gobierno sometido al dictado de mercados especulativos.

La otra opción es confiar en esta "gente seria"
En el caso de que los vaticinios de Krugman sean acertados el panorama será desalentador para todos. Pero los más precavidos habrán optado por una medida aparentemente alocada: sacar sus ahorros del banco. Tenemos derecho a hacerlo. Son nuestros. Tendríamos un capital en euros en la mano. De este modo, cuando llegue el corralito no nos afectará al bolsillo. Tras él, llegará la salida o la caída definitiva de la moneda única. Se impondrán las nuevas monedas nacionales y se iniciará un irremediable proceso de devaluación brutal. Quienes tengan su capital monetarizado en euros no sufrirán la pérdida de valor de la moneda. No hay excusa para conservar el dinero en el banco. Es un riesgo que se pagará caro. El facherío lo está solucionando desviando sus fondos a bancos solventes alemanes. A los pobres sólo nos queda esta salida. Llega la hora de los colchones. Como nuestros antepasados, esconderemos en ellos nuestros escasos billetes. Es el único modo de que lo nuestro no desaparezca en las entrañas del monstruo financiero.

Quebrar una entidad financiera bien merece una celebración
Fajo de billetes en mano y a mirar adelante. Con la cabeza alta, sin dejarse avasallar por los bancos, disfrutando del fruto de nuestros esfuerzos, caminaremos con la mirada fija en el futuro. Y para este viaje quiero proponer una banda sonora muy especial.

Mirar hacia adelante

Standstill es una de las bandas más peculiares del panorama musical nacional por muchos motivos: un enorme cuidado y calidad tanto a la hora de componer como de interpretar sus temas, una modestia que los aleja del típico engreimiento de las estrellitas, originalidad en el contenido de las canciones, imposible catalogación en ninguno de los géneros habituales, libertad creativa que hace imposible una definición musical determinada. Standstill es Standstill y solo se parecen a sí mismos. Barceloneses universales que han pasado por muchas etapas creativas hasta confeccionar, tras muchos años y trabajo, un sonido propio. Personalmente me maravillas el sentido que extraen de la repetición. Uno se va metiendo en sus bucles hasta llegar a la catarsis del Derviche, de los danzantes africanos o del zapateao flamenco. Repeticiones que alteran la percepción sensorial y elevan el alma. En este caso lo hacen hacia el optimismo. Vienen malos tiempos, pero debemos buscar los recursos para seguir adelante. Con los billetes bajo el colchón, pero adelante. Con la ruina de un mundo viejo a nuestros pies, pero adelante. Acongojados por la incertidumbre del futuro, pero adelante.


Adelante, Bonaparte (I)

Me voy a inventar un plan para escapar hacia adelante. (bis)

Ven, ven.
Sabes que esto es lo único importante.
Y sabes que no es lo mío suplicarte.
Pero ven, ven. (bis)

Y si luego resulta que hay dudas. (bis)
Será perfecto para volvernos a escapar.

Adelante, adelante
Bonaparte.
Que vamos tarde.
Que vamos tarde.
Que vamos tarde.

Me voy a inventar un plan para escapar hacia adelante. (bis)

Ven, ven,
ven, ven.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya llegó,ya estoy acá. Porque si tú me dices "ven",voy pero porque, además, ...te sobra razón!!!!! No sé tampoco que nos deparará esta sinrazón pero... QUIERO CREER QUE A OTRO ORDEN MEJOR!!!!