lunes, 28 de mayo de 2012


Rosquillas para los Cuatro Jinetes de la Alopecia

Sabrosas, jugosas y contundentes
Además sirven para calificar la acción de gobierno: un enorme cero
Cuatro tremendos ceros. Cuatro roscos dirigidos para los cuatro ministros que están desmontando nuestro sistema. Cuatro jinetes calvos con tremendos complejos de inferioridad. Cuatro frustraciones profesionales que les hacen insensibles a los lamentos sociales. Cuatro mediocridades que se refugian en la burocracia y la obediencia debida para ocultar sus carencias afectivas. Con la advertencia de que en este foro no solo están bien vistos los alopécicos, sino que se les considera distinguidos miembros del club, hoy evaluamos a otro género de calvos: los acomplejados, los que son incapaces de lucir calva con dignidad, aquellos cuyo sentimiento de inferioridad les empuja al resentimiento. Las rosquillas en forma de cero pelotero que vamos a freír hoy van dedicadas a ellos, para que no piensen que nos los recordamos en nuestras más íntimas oraciones.

Receta de rosquillas de anís y naranja

Ingredientes:

400 gramos de harina de trigo
100 ml de Aceite de Oliva
90 gramos de azúcar
Tres sobres dobles de gaseosa del Tigre
Ralladura y zumo de una naranja
Una copita de anís
Anís en grano
Dos huevos
Aceite de Oliva para freír

Ingredientes baratos y de los de toda la vida
Elaboración:

En primer lugar calentaremos el aceite con la ralladura de naranja y lo dejaremos enfriar para que se infusione. En un vaso batidor iremos mezclando el azúcar, los huevos, el licor, el zumo de naranja, las gaseosas, los anises y en último lugar el aceite frito y aromatizado. Pasaremos el contenido bien batido y emulsionado a un recipiente grande e iremos añadiendo la harina tamizada por un colador. Amasaremos hasta que la masa quede firme, homogénea y todavía algo pegajosa.

Con las manos impregnadas de aceite iremos arrancando bolitas de masa. Les abriremos un agujero en el centro e iremos modelando las rosquillas. Se deben dejar más bien finas, pues al freírlas aumentarán bastante su tamaño.

Infusionamos el aceite

Batimos los ingredientes líquidos

Amasamos con la harina

Modelamos con arte

Freímos con buen aceite y mimo
En una sartén verteremos una buena cantidad de aceite que debe cubrir por completo las rosquillas. A temperatura media (para que se cuezan bien por dentro) iremos friendo las rosquillas en tandas pequeñas para que el aceite no se enfríe demasiado. El color tostadito nos avisará del momento de retirarlas. Las dejaremos escurrir sobre papel absorbente y cuando se atemperen estarán listas para disfrutarlas. Empapadas en un buen café con leche o acompañando a  un tazón  de chocolate harán las delicias del más pintado.

Los Cuatro Jinetes de la Alopecia

¿Qué tienen en común los titulares de las carteras de Economía y Competitividad; Educación, Cultura y Deporte; Hacienda y Administraciones Públicas y el de Interior?

Ya están aquí: Jinetes del Apocalipsis
Los cuatro son hombres de orden, conservadores y serios. De esos cuya mala conciencia les impulsa a catalogarse como tecnócratas en vez de derechones. Un servidor es tan romántico que casi añora los tiempos en los que el facherío no tenía pudor en reconocerse como tal y lucir bigote y greñas. Hoy se les llama técnicos, que no toman decisiones sino que gestionan, y que no están diseñando un nuevo Estado neoliberal, sino obedeciendo las directrices de los todopoderosos mercados.  Otro eufemismo con el que se refieren a estos cuatro tipos es el de perfil político bajo, cuando no han sido otra cosa que eternos y acomplejados segundones.

Observando su currículum personal podemos apreciar las causas y los efectos de sus notorios complejos de inferioridad. Luis de Guindos (Economía y Competitividad) recibió el premio ministerial por uno de los fracasos económicos más sonados de los últimos tiempos. Este madrileño figuró como consejero asesor para Europa de Lehman Brothers y como director de la filial del banco en España y Portugal, donde permaneció hasta su quiebra. Todo un mérito para dirigir nuestros bolsillos. Vamos, un seguro de vida. Lo de José Ignacio Wert (Educación, Cultura y Deporte) no le va a la zaga. Nada menos que como responsable del sistema educativo español y de su cultura y deporte, nombramos a un sociólogo. Desconozco si le resultará más ajeno un aula de secundaria, un libro o unas deportivas. Esto es reconversión de la buena. Nombrar a alguien como Cristóbal Montoro (Hacienda  y Administraciones Públicas) para dirigir los asuntos del fisco y de la Administración General del Estado es todo un reto. Sobre todo porque es alguien que en su carrera política ha dejado bien clara su animadversión al cobro de impuestos y al concepto diabólico de Estado del Bienestar. Este viene de lejos. Buceaba en los engranajes económicos del ejecutivo del iluminado Aznar en los tiempos del ladrillo y las invasiones. El camaleónico personaje ha cobrado tanto como eurodiputado, como por diputado por Sevilla, Madrid o Jaén. Un ciudadano del mundo, vaya, no lo vayan a confundir con un cunero del XIX. Pero vaya peligro tiene lo de Jorge Fernández Díaz (Interior). Debe de ser dura toda una infancia en Barcelona explicando por qué se llama Jorge y no Jordi. Imagino al niño malcarado repitiendo “es que nací en Valladolid”. Ya se sabe que los niños son crueles, por eso se quedó sin amigos. Característica, esta, necesaria para su sufrido cargo. No debe ser fácil aumentar la presión policial sobre la sociedad a la vez que sustituir la seguridad pública por la privada a base de recortes. No hay tarea que se le resista a un aplicado acomplejado.

Arruinar los bolsillos

Misiones bien definidas: vaciar las mentes

Destruir el Estado

Golpear los cuerpos
Estos cuatros jinetes han sido elegidos para una tarea para la que tienen que estar bien coordinados: desmantelar nuestro Estado de Bienestar para convertirlo en una sociedad liberal, egoísta y animal. Para ello se necesitan los cuatro ingredientes rajoynianos: incultura, miseria, desprotección y terror. Borrar del mapa a una clase media que no está dispuesta a aceptar renuncias sociales, deshacer el Sistema Educativo democrático, tirar por tierra un Estado que protege al débil e infundir pánico a base de porrazo. Cuatro jinetes apocalípticos llenitos de complejos para cuatro tareas en un plazo de cuatro años.

Hombres serios, aburridos, malcarados, prepotentes, fracasados, carentes de prestigio, ricos, elitistas, insolidarios…y algo más que no se nos escapa al ver la foto de grupo: alopécicos (o sea, calvos).
Y no es que la alopecia sea un punto negativo en la biografía de nadie. En 2012 ya nos hemos olvidado de los tiempos en los que la calvicie se veía como algo vergonzoso que se trataba de disimular con peluquines, sombreros o peinados ridículos. Hoy es algo atractivo cuando se luce sin complejos. Ya no se considera la cabellera como un símbolo de lozanía y hombría. Por suerte, el canon de belleza ha cambiado y las gillettes han hecho el resto. 

No hay quien se resista a sacar un cero así

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buena mezcla! Menos mal que el agrio olor a podrido que desprenden los alopecicos se mezcla con el olor a rosquillas de mi abuela Dolores. Deduzco que será parecido al olor que desprenden las tuyas. también esas calvas me recuerdan a otra de alguien a quien siempre he considerado un héroe, otro de mis abuelos. Eso me hace pensar que queda un pequeño rayo de esperanza. Les venceremos a base de rosquillas.