Receta de cuscús aragonés (farinetas con ternasco de Aragón)
Cuscús. Cada vez más extendido en nuestros fogones |
Receta de cuscús clásica
Ingredientes del cuscús (10 personas)
1 kg. Sémola de cuscús
1 kg. Carne magra de cordero deshuesada en dados
6 Cebollas
4 zanahorias
4 nabos
1 repollo o coliflor
1 kg Garbanzos cocidos
3 Tomates
6 Patatas cortadas en dados
500 gr. Calabaza en dados
4 Calabacines en dados
1/4 litro Aceite de oliva
1 kg. Sémola de cuscús
1 kg. Carne magra de cordero deshuesada en dados
6 Cebollas
4 zanahorias
4 nabos
1 repollo o coliflor
1 kg Garbanzos cocidos
3 Tomates
6 Patatas cortadas en dados
500 gr. Calabaza en dados
4 Calabacines en dados
1/4 litro Aceite de oliva
2 cucharadas Aceite de oliva
60 gr. Mantequilla
8 cucharaditas de pimienta Cayena
4 cucharaditas de comino en polvo
2 cucharaditas de sal
Preparación:
En primer lugar preparamos la salsa Harissa mezclando todos los ingredientes con una cucharada de agua. Ponerlo en un bowl pequeño, revolver y reservar.
Disponemos la sémola de cuscús en una fuente algo profunda. Le agregaremos 1/2 litro de agua salada y el aceite, gota a gota, mientras se frota suavemente con las manos para que los granos se humedezcan todos por igual. Lo cubriremos con papel de aluminio y lo dejaremos en reposo, a temperatura ambiente durante 15 minutos.
Calentaremos el aceite en una olla donde pondremos la carne y la cebolla. Sazonaremos con la pimienta de Jamaica, sal y una pizca de pimienta negra y doraremos el conjunto a fuego vivo. Tras unos minutos en la olla, agregaremos las zanahorias, los nabos, el repollo y los tomates; y cubriremos con agua y lo coceremos. Conviene que cuando comience a hervir bajemos la intensidad del fuego.
Cuscusera presente en todos los hogares del Norte de África |
Vegetales de huerta |
Humilde nabo |
Calabacín calabazán |
Calabazán calabacín |
Preparación:
En primer lugar preparamos la salsa Harissa mezclando todos los ingredientes con una cucharada de agua. Ponerlo en un bowl pequeño, revolver y reservar.
Disponemos la sémola de cuscús en una fuente algo profunda. Le agregaremos 1/2 litro de agua salada y el aceite, gota a gota, mientras se frota suavemente con las manos para que los granos se humedezcan todos por igual. Lo cubriremos con papel de aluminio y lo dejaremos en reposo, a temperatura ambiente durante 15 minutos.
Calentaremos el aceite en una olla donde pondremos la carne y la cebolla. Sazonaremos con la pimienta de Jamaica, sal y una pizca de pimienta negra y doraremos el conjunto a fuego vivo. Tras unos minutos en la olla, agregaremos las zanahorias, los nabos, el repollo y los tomates; y cubriremos con agua y lo coceremos. Conviene que cuando comience a hervir bajemos la intensidad del fuego.
Instalaremos sobre la cacerola un colador plano (como el que se utiliza para cocer verduras al vapor) y lo cubriremos con un paño de cocina. Dispondremos el cuscús sobre el trapo, poco a poco, frotándolo con las manos para que le llegue el vapor y absorba el aroma del cocido. Dejaremos cocer al descubierto durante 20 minutos. Retiraremos el cuscús y lo pondremos en una fuente. Incorporaremos las patatas, la calabaza, el calabacín y los garbanzos cocidos a la cacerola. Agregaremos más agua hirviendo si fuera necesario, hasta que las verduras queden cubiertas y dejaremos hervir a fuego vivo 15 minutos. Después bajaremos la intensidad del fuego y continuaremos la cocción hasta que todo esté tierno. Mientras tanto, derretiremos la mantequilla y la verteremos sobre el cuscús. Lo salpicaremos con dos cucharadas de agua y lo amasaremos mezclándolo bien. Lo pondremos de nuevo en el colador con el trapo y lo apoyaremos sobre los ingredientes de la cacerola. Cocinaremos durante 15 minutos más.
Presentaremos los ingredientes de la cacerola en una fuente, el cuscús en otra junto con la Harissa.
Justificación de la aragonización:
El equipo de investigación gastronómica que lleva a cabo estas transformaciones ha elegido como base para hoy una receta extendida con muchas variaciones por todo el Magreb norteafricano. El cuscús representa como plato el viaje de regreso de aquellos cientos de miles de musulmanes que fueron expulsados desde tiempos de Fernando el Católico y su Cardenal Cisneros hasta su total expulsión, ya convertidos en moriscos en tiempos de Felipe III en 1618. La despoblación forzosa del territorio de la Corona de Aragón de este colectivo tuvo dos vergonzosas consecuencias. La diáspora a la que fue sometida una población de trescientos mil moriscos, que se lanzaron a la búsqueda de un nuevo hogar por todo el norte de África en un largísimo viaje de penurias y cargados de añoranzas. Por otro lado la falta de mano de obra en el campo, oficio habitual de estas gentes, arruinó a multitud de pequeños propietarios (sobre todo levantinos) y provocó largas temporadas de hambrunas. Objetivo cumplido el de aquel Rey de España de claras preferencias castellanistas, si recordamos que en aquellas tierras apenas quedaba población morisca.
Los miembros del grupo (El Bolilla de origen maño, la romanísima Romi y mi persona ejeana de nacimiento) pensamos que la extensión en los últimos años del cuscús por nuestras mesas responde, además de una muestra más de enriquecimiento cultural que nos aporta la inmigración, a un acto de justicia histórica. Un camino de vuelta de unos sueños que un día partieron al exilio forzados por posturas muy católica e intransigentes (poco hemos evolucionado en más de cinco siglos).
Dura posguerra española Estómagos vacíos |
Aquellas viejas obraron el milagro de la supervivencia |
Sus fogones eran los modernos centros de investigación gastronómica |
La metamorfosis de un cuscús en unas farinetas responde al homenaje que también queremos rendir a nuestras abuelas y sus cocinillas de carbonilla. Ellas, en esas noches de frío y carestía de alimentos de los años de la posguerra, preparaban para toda la familia grandes cantidades de comida siguiendo recetas de humildes ingredientes, pero que con buena mano y su saber hacer convertían en verdaderos manjares. Hoy, con muchos más medios en nuestras manos, proponemos enriquecer la receta pobre de las farinetas por una enriquecida con ternasco del bueno y una larga lista de verduras frescas, para que allí donde estén nuestras abuelas, puedan oler los aromas de nuestros pucheros, que esta vez cocinas en un emotivo homenaje para ellas.
Magrebíes y viejecitas de nuestros pueblos, va por vosotras.
Moriscos expulsados por Decreto del Rey Felipe III |
El Cardenal Cisneros seguro que pronto subirá a los altares y será alabado por nuestra versión del Tea Party nacional |
Felipe III. Con esa cara que tienes no hay comentarios |
Historia del cuscús: (información extraída de wikipedia y de Juana Trujillo de Directo al Paladar a quienes agradecemos su buen hacer)
Una de las primeras referencias al cuscús procede de un escrito anónimo del siglo XIII sobre cocina, Kitāb al-taṭbīj fī l-Magrib wa-l-Andalus (Libro de la cocina en el Mágreb y Al-Ándalus) en el que se menciona una receta para preparar el cuscús. El cuscús fue un plato muy apreciado en Al-Ándalus y entre la población morisca durante los siglos posteriores, como lo muestra el hecho de que en castellano antiguo exista una denominación para este plato: alcuzcuz. En el Quijote se menciona indirectamente, cuando, en el capítulo 9 de la Primera parte, el narrador contrata a un morisco para traducir del árabe unos manuscritos sobre don Quijote a cambio de «dos arrobas de pasas y dos fanegas de trigo». Francisco Rico, en su edición de la novela, comenta a propósito de este pasaje: «Con las pasas y la sémola del trigo se preparaba el alcuzcuz, plato muy apreciado por los moros».
Una de las referencias más tempranas al cuscús en el norte de Europa está en Bretaña en una especie de carta fechada en el 12 de enero de 1699. Siendo anterior una aparición en un texto de Provence en el que describe un viajero denominado Jean Jacques Bouchard cómo se come un alimento similar al cuscús en Toulon en el año 1630. Los franceses lo descubrieron en la época de Carlos X durante la conquista de Argelia. El couscous fue votado en 2006 como segundo plato preferido de los franceses.
Una de las referencias más tempranas al cuscús en el norte de Europa está en Bretaña en una especie de carta fechada en el 12 de enero de 1699. Siendo anterior una aparición en un texto de Provence en el que describe un viajero denominado Jean Jacques Bouchard cómo se come un alimento similar al cuscús en Toulon en el año 1630. Los franceses lo descubrieron en la época de Carlos X durante la conquista de Argelia. El couscous fue votado en 2006 como segundo plato preferido de los franceses.
Todavía existen dudas sobre el significado original de la palabra cuscús, tomada del vocablo bereber “al kuskus“. Según algunos, designa la cantidad de alimento que un ave coge con su pico y que amasa en minúsculas bolitas para alimentar a sus crías, otros la consideran un afrancesamiento de la expresión “rac keskés“ (triturar finamente) y explican que se trata de una desviación fonética de los términos koskos, keuscas, koskosú y kuskús, empleados en diferentes regiones de África para designar un recipiente de arcilla o de esparto provisto de agujeros, que se adapta a la boca de la marmita y que contiene agua y caldo; recipiente en el cual se mete la sémola para ser cocida al vapor. Ese nombre ha sido dado después a la preparación hecha en esa vasija.
En cuanto a sus variedades regionales, comenzaremos diciendo que el cous cous, en árabe actual se llama “t’aam“, es el plato nacional de los tres países del Mogreb (Argelia, Marruecos y Túnez). Es servido como segundo plato, después del mechuí en Argelia, y de los tajines en Marruecos. Se come modelando con los dedos pequeñas bolitas de “grano”, que se meten en seguida en la boca. Aunque, en los tres países, los elementos básicos son los mismos, sémola y caldo o marga, los ingredientes varían. En Argelia el alcuzcuz va acompañado de garbanzos, de habas, de una gran cantidad de legumbres y hortalizas (alcachofas, calabacines, patatas, berenjenas, cardos, hinojo, guisantes) y, algunas veces carne. El mesfuf, alcuzcuz preparado con habas frescas y uvas pasas, está reservado para las comidas del alba en el mes del Ramadán; se come bebiendo suero de leche (leben) o con leche cuajada (raib). El cuscús sahariano es servido sin legumbres ni caldo. En Tunicia, puede hacerse con conejo, con perdigones o con carnero. Allí, los garbanzos son de rigor. La fórmula más original es la del alcuzcuz de pescado (besugo o mero), pero también existe un alcuzcuz en el que la carne, el pescado y las legumbres son reemplazados por uvas, pasas y almendras, pistachos, dátiles y nueces, el conjunto es servido con leche fresca y azucarada. En Marruecos suele ser acompañado de carnero o de pollo y, por lo general, es servido con dos caldos: uno para remojar la sémola, y otro, sazonado con guindilla roja, para darle gusto. Los numerosos ingredientes (nabos, calabacines, unas pasas, garbanzos, cebollas) son sometidos a una cocción muy prolongada, que los reduce a un especie de confitado. Otra receta marroquí es el cous cous con azúcar y canela.
Cualesquiera que sean las interpretaciones que cada país da a este plato, su preparación se basa en dos constantes, sin las cuales pierde su autenticidad; por un lado, la calidad de los granos, que radica esencialmente en el arte de amasar con la mano y de cocer la sémola, y por otro lado (el alcuzcuz salado, es el más extendido), el sabor de la carne, que se debe en gran parte a las legumbres y a las especias (el ras-al-hanut especialmente) reunidas en el caldo.
Olivares del Bajo Aragón |
Picatostes dorados del Cubero |
Garbanzos ecológicos de origen aragonés Cal Valls |
Transformación de la receta:
Lo cierto y que sin que sirva de precedente la trasformación de los ingredientes originales en productos locales ha resultado relativamente sencilla. Quizá la razón sea la que aduce la Romi, siempre tan sagaz en sus apreciaciones. Habla de una doble proximidad, tanto en cuanto al gusto por los placeres del mundo norteafricano y el aragonés actual, como la cercanía geográfica de ambos mundos. Tan vueltos de espaldas durante siglos, que ahora se nos queda cara de panolis cuando la globalización nos obliga a mirarnos a los ojos de nuevo. Que paradojas. Por nuestra parte intentamos aportar un granito de arena para que el acercamiento de las civilizaciones sea cordial y pacífico; integrador y enriquecedor y placentero y sobretodo lleno de buen humor.
La sémola de trigo tiene una equivalencia lógica con la harina con la que elaboraremos las farinetas. Así como la carne de animal más bien viejo que utilizan al otro lado del estrecho será sustituida por la de nuestro tierno y sabroso ternasco aragonés. La base de las verduras será la misma con alguna variación como la reducción de cantidad de garbanzos, que nos dificultaría una buena digestión dado el aburguesamiento de nuestros intestinos. Otra variación notable es la sustitución de las patatas originales por picatostes de pan que conjugan mejor con las migas de farinetas y empapan más las grasas de la carne y el aceite de oliva, además de aportar una textura crujiente tan de nuestro gusto y de la que carece el cuscús.
Dos últimas apreciaciones. Por respeto al original y como guiño al mismo conservamos íntegra la salsa picante Harissa para los valientes, y como muestra de respeto a las tradiciones locales añadiremos unos dientes de ajo al sofrito (en homenaje y agradecimiento a la cultísima Victoria Beckham y su original afirmación de que “España huele a ajo”)
Tajo bajo para bolsillos modestos y paladares exigentes |
Nuestra amiga Victoria los odia, España los proteje Un placer |
Un saludo del equipo de investigación de la Editorial Ibérica (Cisco Cerrada, Romina Petroiu y el Bolilla)
Salut
Receta de cuscús aragonés (farinetas con ternasco)
Ingredientes de las farinetas (10 personas)
Cuatro dientes de ajo (de cualquier gitano del entorno del Mercado Central)
Sal y Pimienta Ingredientes de la salsa Harissa (picante)
8 cucharaditas de pimienta Cayena
4 cucharaditas de comino en polvo
2 cucharaditas de sal
Elaboración:
La salsa Harissa la prepararemos del mismo modo y con los mismos ingredientes que la receta clásica de arriba.
En primer lugar ponemos en una tartera plana el aceite con los ajos laminados. En cuanto toman color añadimos el ternasco deshuesado y cortado en dados pequeños. Los dejamos sofreír hasta que suelten todo su jugo y se desgrasen. En ese momento echamos el pan cortado en picatostes pequeños y los doramos retirando a continuación con una espumadera los ajos, el ternasco y el pan.
En una sartén con un fondo de aceite pocharemos a fuego lento con sal para extraer bien los líquidos y que caramelicen las cebollas cortadas en juliana, las zanahorias en bastoncitos, y los nabos, las calabazas y los calabacines en pequeños cubos. Cuando estén las verduras tiernas añadiremos los tomates pelados y triturados y dejaremos cocer hasta que el tomate tome su aspecto anaranjado característico. Una vez cocinado todo introduciremos los garbanzos y los dejaremos con el fuego residual unos minutos para que adquieran sabor y empapándose del jugo de las verduras sequen el exceso de líquidos que se hubiese producido, pues conviene que esta guarnición resulte potente y más bien espesa.
En el aceite reservado anteriormente vertemos el agua y añadimos la sal y la pimienta correspondiente. Cuando comienza a hervir agregamos la harina de trigo en forma de lluvia para que no se hagan grumos, removiendo constantemente el conjunto con una cuchara de palo dejándolo hervir durante doce minutos aproximadamente. Entonces añadimos el ternasco con el pan frito y removemos para que las migas de farinetas se empapen bien de sabor.
Para presentar el plato disponemos las farinetas ya enriquecidas sobre el fondo de un plato y sobre ellas las verduras salteadas, rectificamos de sal con unas escamas sobre el conjunto. Acompañaremos de la salsa Harissa dispuesta en salsera para rociar al gusto.
Farinetas, antaño necesidad, hoy place reservado a iniciados |
8 comentarios:
como siempre, me ha encantado! He visto las fotos de la postguerra... hice un post sobre la polenta, que también se comía muchísimo en tiempos de guerra y de postguerra. En la comarca de "La Garrotxa" en Girona, tienen el "gra de fajol" del que también se hacía "farinetes". Desde la década de los '80 del siglo pasado, se está recuperando.
Felicidades, chicos!
Ya había oido hablar del gra de fajol aunqu no lo conozco, y de la polenta sobre todo para Italia. Pena de vida llevaron, pero aquí estamos para rescatar olvidos y brindar, ahora que se puede (todavía).
Saludos compañeros
Hola.
Nos parece una receta genial la aragonización del cous cous.
Nos gustaría contar con vosotros para colaboraciones con Ternasco de Aragón y si nos permitís utilizar la receta para nuestra difusión del Ternasco de Aragón.
Un saludo
Nos podríais dar un mail de contacto?
Muchas gracias
GRUPO PASTORES COOP.
marketing@oviaragon.com
Muchas gracias, es un placer colaborar. Mando respuesta detallada al correo indicado
Salut
hola este cuscus esta de muerte, estoy visitando tu blog y me encanta, me he echo seguidora tuya, y te invito a visitar mi blog dulce, un beso
Primera tarea para esta tarde, a ver si se me endulza un poco la vida.
Gracias y salut, que nos sacas los colores
Holaaa!!
Pero que interesante toda la historia!!! me ha encantado y la receta ni os cuento!! un plato super bueno, pero bueno de verdad!!
Besosssssssssssss
gracias, hemos intentado enmendar la plana a nuestros antiguos dirigentes.
Salut para tí
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