martes, 18 de octubre de 2011

Pan mediterráneo, olivas de Aragón y buen vino

Pan mediterráneo, olivas de Aragón y buen vino: Trilogía de mis amores

La bruja Avería y los Electroduendes
Iconos ochenteros para toda una generación
Sé que esta entrada supone dentro del mundo blogero-gastronómmico una frivolidad, pero tratándose de una propuesta dedicada a un personaje como nuestra Alaska es de lo más pertinente. Una merienda tan ligada a nuestra cultura y a nuestros ancestros merecía un personaje especial como acompañante. En esas me encontraba cuando el otro día se me presentó, a modo de revelación, ante mis ojos uno de los personajes más entrañables y voluptuosos de nuestro panorama musical actual. Olvido Gara no sólo representa todas las cualidades del espíritu mediterráneo sino que además nos enlaza con la misma historia reciente de nuestro país. Casi sin sentir su presencia, Alaska ha puesto banda sonora a casi todos los momentos trascendentales de la historia de nuestra joven e inexperta democracia. Excesiva hasta el extremo, apasionada, exhibicionista, creadora de un universo estético original, la artista no sólo vive en constante búsqueda de la felicidad y los placeres más intensos, sino que intenta por todos los medios transmitirle al espectador esa pasión por la vida y el mundo. Parece que ha descubierto el secreto de nuestra existencia, pero se ve incapaz de disfrutarlo a solas. Necesita comunicarlo a gritos y eso se siente en cada una de sus actuaciones. La de Zaragoza que cerró las Fiestas del Pilar fue un ejemplo más de lo mismo. Salimos todos de allí envueltos en plumas y lentejuelas, y cargados de un optimismo tan necesario en estos tiempos. Por ello, Alaska, esta receta va para ti. Tararear “¿A quién le importa lo que yo haga?” mientras escupo con fuerza cada hueso de oliva es hoy para mí una de la mejores formas de pasar una tarde otoñal pensando en bajar futuras escaleras en escenarios aún desconocidos.

La fotografía no le hace justicia al pan de cerveza
¿Será por la cerveza que llevaba encima el fotógrafo?

Merendola ancestral: pan de cerveza, puñado de olivas y copa de vino

Ingredientes:

500 gramos de harina de trigo integral ecológica
Un botellín (33 cl) de cerveza de doble fermentación o tostada
Una cucharadita de miel de romero
Sal
Un puñado de olivas negras de Aragón
Una copa de vino tinto

Ingredientes básicos
Clave: una buena cerveza con cuerpo


Elaboración:

La preparación del pan es el único trabajo que nos va a dar la propuesta de hoy. En un recipiente grande mezclaremos la harina con la miel y la sal. Sobre ella verteremos el contenido del botellín de cerveza. Amasaremos, lo cual nos resultará tremendamente fácil en comparación con otras masas, pues la combinación entre la cerveza y la harina integral es similar a un matrimonio de conveniencia, el único verdaderamente sincero y duradero. Con la masa homogénea, reposada y dispuesta en un molde enharinado la llevaremos al horno precalentado a 180 grados durante treinta minutos. Una vez cocido el pan lo dejaremos atemperar boca abajo sobre una rejilla.

Genéticamente mediterráneos
La merienda se prepara con el pan, que cortaremos y gotearemos con unas lágrimas de Aceite de Oliva Virgen Extra D.O. Bajo Aragón; unas olivas negras en un cuenco y una copita de buen vino de la tierra. El placer y lo entretenido de combinar bocado de pan y oliva se dispara al poder limpiar de sabor el paladar con un tinto con cuerpo y poder comenzar de nuevo. El problema es decidir cuándo terminar con el ritual.

Inmortalizada por García Alix
Llevamos al Olvido en nuestra memoria
Justificación de la receta

Una de las maneras de combinar bien todos los elementos de la llamada trilogía mediterránea es a su vez una fórmula de conectar con nuestro pasado más íntimo. Histórica es esta propuesta de merienda. Utilizando los productos de la manera más directa posible recreamos las costumbres de nuestros mayores. Esta vez vamos a renegar de elaboraciones y presentaciones vanguardistas. Ignoraremos todos los avances que han lanzado a la cocina española al estrellato mundial. Nos alejaremos de espumas, moléculas y nuevas texturas para indagar, a modo de arqueólogos, en una costumbre casi perdida. Un buen cantero de pan tierno y migoso en una mano y un puñado de olivas en la otra. Alternando bocados nos daremos cuenta de que cuesta encontrar un maridaje mejor de alimentos. Los hidratos del trigo y la cebada entrando en conflicto con las grasas de las olivas provocan una batalla donde el único vencedor es el paladar, donde se acentúan los contrastes violentos en un resultado inexplicablemente sublime. Si hablamos de cereal y olivo debemos terminar añorando la vid, el tercer elemento base de nuestra dieta.

Símbolo de la modernidad
Compañera en nuestro crecimiento


Se dice que el ritmo de las olas del mar calma el espíritu al recordar el origen de la vida. Todos los seres vivos tenemos el mar como pasado común y nuestro código genético lleva impreso en su fundamento la añoranza de su propio origen, el mar. Sería como volver a la cálida y protectora bolsa amniótica lugar de génesis de todos nosotros. Es también el caso de los tres elementos que tratamos de combinar hoy. Nuestras papilas gustativas tienen memoria, y ésta se activa de inmediato cuando ingerimos alimentos ligados a las civilizaciones que nos preceden. Una verdura al curry nos puede resultar el bocado más suculento en un momento determinado, pero si sustituimos la exquisita y exótica especia por un chorrito de aceite de oliva la sensación es bien distinta. No por su sabor, ni aroma, ni textura, pues hay gustos para todo; sino por la conexión de nuestro espíritu con su pasado generacional. El enlace es automático, natural, animal y brutal. No está basado en el conocimiento ni en la razón, sino en el bagaje cultural que tras milenios de historia hemos ido acumulando en el mismo espíritu de nuestra civilización. Se me tachará de hegeliano en este punto (tanto hablar del espíritu de los pueblos) pero dejándonos de metafísicas propongo al lector de estas líneas un ejercicio práctico. Pan, olivas y buen vino. Es uno de los mejores modos de conocer intensamente de dónde venimos.   

Orígenes de locura y dinamismo

3 comentarios:

LA COCINERA DE BETULO dijo...

Quizás en la foto no se aprecia, pero este pan ha de estar bueno. En cuanto las olivas de Aragón, son una perdición puedo comer sin parar bastantes y es que mi parte de sangre maña influye.
Besos.

Cecilia dijo...

¡Qué entrada!. Para nada frívola, David. ¡Tiene mucha más miga de la que nos vendes al principio! y encima es miga cervecera,... ¡estupenda contundencia!. Je, je. Leyéndola me han dado unas ganas tremendas de bajar a buscar un buen puñado de olivas y ponerme a todo trapo la discografía de Nacho, Alaska y de todos los grandes difuntos a los que tanto deben (Benavente y Berlanga sobretodo pero sin olvidar a Poch, etc.). Un gran trago/mordisco de tu merienda en su memoria y un mover la tibia y el peroné con energía y alegría.
Estoy de acuerdo en que la culminación de las fiestas con el vodevil de Alaska fue triunfal. Adoro su estilo, su descaro y su inteligente forma de ser. Casi es una hermana, amiga, compañera de juergas y vivencias más de tan cerca. Fue un gran Broche más no perfecto. Creo que le faltó algo. Añoré una miga con extra de esponjosidad en su puesta en escena, un centímetro más de espuma en la birra de su sonido, añoré un poco de superavit de plumas y chispa en su estar(¿demasiado laterío y playback?) respecto a lo vivido en otros conciertos suyos que he tenido la suerte de disfrutar. Y, sin duda, le sobró la Vaquerizada del final. ¿Qué necesidad había de mostrar al cónyuge?. Bobo morbo para halagar a los nuevos seguidores de la MTV me temo pero "¿A quién le importa?" , claro. No sé. Tal vez lo mío sea sólo "criticar por criticar" y una muestra más de que estoy envejeciendo. ¡Uf, qué miedo!. Tal vez, Olvido me lance una maldición por sacarle punta y me empicen a borbotar los huesos de tus olivas, uno a uno, disparados de la boca. Como en la tremenda escena de las Brujas de Eastwich, ¿recuerdas?... Por cierto, otro ejemplo de formas de vida orgullosamente propias y bastante coherentes con el resto de las imágenes que ilustran tu entrada.
Ahora ya no sé si atreverme a cenar... ¡Salut!

Sefa dijo...

Rec uerdo esas meriendas de chica de las olivas con pan y despues un remojón de vino con azúcar para rematar una rica merienda.
Gracias por tu comentario en mi blog, espero que te animes a probar mi receta, saludicossssss.Sefa