lunes, 5 de septiembre de 2011

Pedro Almodóvar: espíritu mediterráneo de La Mancha

Pedro Almodóvar: espíritu mediterráneo de La Mancha

Código obsesivo, territorio Almodóvar
Crítica de La piel que habito
Asistimos a la cita con la última obra del director manchego como quien se adentra en las salas de un Museo a contemplar  un óleo de Giorgo de Chirico. Lo que nos vamos a encontrar es una serie de personajes metafísicos, incapaces de actuar más allá del dictado de sus pasiones, condenados a una vida dentro de un escenario ajeno a ellos, que en este caso es de una factura y buen gusto brutales. Marionetas delante de un bello fondo de cartón que recuerda al mundo real.

Giorgio de Chirico
Personajes arrojados a un escenario ajeno
Pero si se trata de destacar los valores que tanto amamos los devotos de las orillas del Mare Nostrum, la última obra del cineasta español más internacional facilita la tarea hasta el extremo. Sabedores de que la película no ha superado el filtro de la crítica profesional, intuimos al menos tres razones para ello:
1.      Ausencia de una premier pelotillera que llene cientos de egos y bocas pedigüeñas. Las mismas que despechadas hoy se despachan con comentarios negativos y paupérrimamente argumentados sobre la película.
2.      Punto de mira puesto exclusivamente en la faceta argumental de la obra, ignorando la valoración de muchos otros aspectos como el tratamiento del tiempo, el ritmo narrativo, la técnica de rodaje, la banda sonora, los decorados y, en especial, la coherencia con el significado profundo de la película. El recurso de utilizar un argumento superficial, fantástico o ambas cosas a la vez para desarrollar un mensaje complejo y contundente; es una técnica tan habitual en la Historia del arte como ignorada por los críticos del séptimo de ellos. Desde Cervantes a Amos Oz, hemos visto replicantes en estrellas más allá de Orión, simios parlantes que esclavizan humanos, señores trajeados encerrados en cabinas telefónicas. La potencia de un mensaje significativo desarrollado bajo parámetros narrativos irreales es mucho mayor. Ver un cirujano plástico que investiga al margen de la bioética nos debería parecer hoy de lo más normalito. Pues no. Esto es increíble y no permite al espectador meterse en la piel de los personajes. Tal es la sentencia unánime de los examinadores.
3.      Miedo a las consecuencias de vivir con las pasiones y obsesiones  individuales como únicos códigos de conducta. Y aquí llegamos al significado profundo de la propuesta almodovariana. Como en toda su obra (desmintiendo la idea de que hay varios Almodóvar) el filme se presenta como un escenario sobre el que son arrojados unos personajes que actúan siempre siguiendo las directrices que les dicta su lado más pasional. Es cierto que el director ha evolucionado a la hora de describir los escenarios y las tramas. Cada vez más estrambóticos, fantásticos, sutiles, visuales y complejos, pero sin perder nada sustancial de su mensaje. No es de extrañar, de ahí su genialidad, que sus obras se califiquen como duras. En nuestra sociedad los actos instintivos están cada vez más sublimados. Prueba de ello es la necesidad creciente de reglamentarlo todo, en no dejar nada a la libre elección de cada cual. Todo debe desarrollarse según unas plantillas encorsetadas. Desde este panorama, asomarnos a un universo donde la única ética es la individual y los límites los determinan las satisfacciones pasionales nos aterra, como el caminante que se asoma temeroso a la profundidad de un barranco, y regresa a la seguridad del camino firme con el abismo reflejado en la mirada.



El miedo a asomarse al interior profundo que hemos desarrollado los espectadores y hasta los críticos es, sin duda, el causante de que la película resulte “fría y distante”. Por todo lo dicho hasta aquí, reivindicamos el carácter mediterráneo  del director y su obra. Exponemos para terminar a modo de síntesis los argumentos esgrimidos:

1-      La búsqueda de la felicidad y la satisfacción personal que emprende cada uno de los personajes
2-      La lucha incansable de todos ellos por conseguir sus objetivos sin dar cabida posible a la rendición y al conformismo
3-      El mimo y respeto con el que se tratan a las obsesiones individuales consideradas como un tesoro y no como una patología clínica
4-      El gusto por el placer físico al menos a la misma altura que el espiritual. Incluso logra en momentos mágicos una simbiosis de ambos
5-      Las tramas argumentales complejas que rozan la altura de la mejor tradición folletinesca incluso en su versión más moderna, el culebrón
6-      La impecable labor interpretativa de unos actores acostumbrados a roles típicos de Hollywood o del mundo de las series televisivas nacionales
7-      Los escenarios repletos de guiños y referencias estéticas y culturales a un universo personal que ha logrado ser un poco el de todos
8-      El tratamiento del tiempo como una magnitud completamente subjetiva. Muere la dictadura del reloj para lograr una visión donde son las acciones relevantes y no las saetas las que miden de manera irregular el paso del tiempo
9-      La valoración de la memoria y del recuerdo como verdaderos dictadores de las decisiones del futuro. Se arrincona el olvido que enquista el carácter y anestesia los sueños
10-  El sentido de justicia que se otorga al destino. Por rocambolesco que parezca, los acontecimientos siempre terminan poniendo a cada cual en su lugar. Parece que un juez todopoderoso conduce a través de sutiles casualidades y encuentros a los personajes hacia el destino reservado para ellos en su condena. No pueden luchar, aunque lo intenten, contra un dictamen inapelable del que se han hecho merecedores por sus acciones del pasado.
Las alfombras rojas también son para los grandes (a veces)

2 comentarios:

Lia Cice dijo...

Ya, ya he leído vuestra entrada porque ya, ya he ido a verla. Lamentablemente, en esta ocasión, no coincido totalmente con vosotros. Soy adicta a Almodovar. He crecido con él. Es parte de mí. Su universo es el mío. Entiendo sus pasiones. De hecho, la pasión por la venganza es lo único que me gusta de la película. Convertir en mujer al violador, creo que puede ser el reflejo de lo deseado por muchas/os tras sufrir una agresión, una vejación. Violarlo no sirve para quitar ese mal sabor, matarlo dejaría huecos. Plasmar esa pulsión como lo hace Almodóvar, atreverse a mostrar, a hacer realidad, la fantasía de convertirlo en mujer ultrajada, violada, secuestrada,... Impresionante. Un hurra por Almodóvar, por eso. Bueno, eso en cuanto al argumento que, en cuanto a la fílmica, reconozco que me embelesé con la imágenes de la habitación de Roberto. Vera gigante es sublime. Igual que me encantó la precisón al mirar la piel, al mostrar los detalles del proceso, del laboratorio,del interior de la finca,... Hay una parte de mí que se engancha con todo lo bueno: con los brillantes guiños a las pelis del pasado en algunas situaciones, con el uso que hace del tiempo, con... Quiero seguir amándolo. Lo decido así. Pero eso no quita para que, al margen de la bioética y, sin pretender que todo sea creíble (que para eso no se va al cine sino que se sigue el noticiario), la película me ha dado más risa que otra cosa. Ayer, me reí mucho y muy a gusto. Y con eso me quedo.

Lia Cice dijo...

¡Acabo de confesar que la película con el trascurso de los días me va gustando más!. El retrogusto que se ha posado en mí es más satisfactorio conforme se asienta. Al final, será una de las películas que se me engancharán al alma... ¡auqnue nunca tanto como "LA LEY"...